¿Has sentido que tu mente no se apaga? Que tus pensamientos te ahogan aunque todo parezca bien. La ansiedad es una tormenta silenciosa que roba la paz… pero Jesús tiene poder sobre las tormentas.
Lectura: Filipenses 4:6–7
“No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y den gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.”
Reflexión:
Dios no promete una vida sin ansiedad, pero sí promete Su paz en medio de ella. Esa paz no viene cuando todo se arregla, sino cuando decides soltar el control.
El enemigo usa la ansiedad para distraerte, pero Dios usa el descanso para hablarte. Aprende a respirar en Su presencia, a confiar en que Él tiene el control incluso cuando tu mente no lo entiende.
Acción:
Durante el día, cada vez que sientas ansiedad, detente y di en voz alta: “Jesús, confío en ti más que en mi miedo.” Respira profundamente tres veces y entrega ese pensamiento a Dios.
